Después de muchos meses de reflexión y pensarlo mucho nos fuimos a la protectora de la comunidad de Madrid para adoptar un gatito.
En la protectora nos hicieron un montón de preguntas previas (cosa es fundamental para evitar abandonos posteriores) y superamos el test con éxito (yo hasta me había hecho las pruebas de alergia). Nos enseñaron muchos gatos adultos, pero nosotros queríamos un cachorrillo.
Al final nos llevaron a otra sala donde estaban los gatitos, y madre mía que monadas. Recuerdo a dos gatitos atigrados que escalaban por las rejas de la jaula y sacaban las uñas. Nos miramos y nos dijimos con la mirada: “mejor alguno más tranquilo”.
Y detrás, en una jaula había una bolita de pelo negro, casi no parecía un gatito. Pregunté: “esté también se puede adoptar”, y me dijeron sí claro. Entonces, nos miramos porque ya habíamos encontrado a Sagu.
Nos lo sacaron de la jaula, el pobrecito estaba muy delgado, era totalmente negro y no se movía. Me cabía en la palma de la mano.
Nos lo sacaron de la jaula, el pobrecito estaba muy delgado, era totalmente negro y no se movía. Me cabía en la palma de la mano.
Hicimos la pre-adopción y tuvimos que esperar 15 días, porque le acaban de traer y estaban esperando los resultados de la leucemia. Esos días de espera fueron eternos, soñábamos con él, nos lo imaginábamos por casa…
Sagu viene a casa
Recuerdo el día que fui a por Sagutxo a la protectora, era viernes, salí más pronto que nunca del trabajo y fui todo contento con mi transportín.
Sagu viene a casa
Recuerdo el día que fui a por Sagutxo a la protectora, era viernes, salí más pronto que nunca del trabajo y fui todo contento con mi transportín.
Cuando llegué me atendieron estupendamente (como siempre) y un veterinario le revisó, me dio unos consejos y le pusieron el chip y unas vacunas. No protestó nada de nada.
Me preguntaron: ¿Qué nombre le ponemos? y les dije "Sagutxo" que es una palabra en euskera que significa "ratoncito". Así que el anteriormente conocido como Pantera pasó a llamarse Sagutxo.
El viaje desde la protectora hasta casa fue bastante estresante. Sagu era enano pero con pulmones y no paraba de maullar desesperado. Nunca le han gustado los coches. Cuando ya estábamos cerca de casa, un tufillo a “chetos” revenidos invadió todo el coche, Sagu se había hecho caca.
Llegamos a casa, le limpié la patita manchada, le enseñé su arenero, su comida, su agua, su rascador y la casa.
Llegamos a casa, le limpié la patita manchada, le enseñé su arenero, su comida, su agua, su rascador y la casa.
Al principio era bastante difícil verlo, porque se metía debajo del sofá y si no abría los ojazos era invisible.
Que bonita historia la de Sagu,grácias por decidirte por esa bolita negra delgadita porque los mininos negros no tienen muchos admiradores (menuda tonteria); pero tu te fijaste en él y le adoptaste arf arf ^_^.
ResponderEliminarLos gatos negros me encantan, sobre todo porque la gente los suele rehuir!!
ResponderEliminarFelicidades y eohorabuena.
@callesnuevas
Me alegro por todos vosotros.
ResponderEliminarSagu, tuviste más suerte en lo del viaje que yo porque el mío fue más largo, vine estresada de Almería a Madrid descansé dos o tres días y para Asturias!
Saluudos!
¡¡¡¡¿chetos revenidos?!!! interesante olor caquil!