Los gatos de mi amiga Lola

Antes de ver la segunda parte del viaje a Roma quiero presentaros a los gatos de mi amiga Lola: Pumi y el "gordito" porque hoy es su cumpleaños. ¡Felicidades Lola!

Lola y yo fuimos compañeros de trabajo, compañeros de charlas gatunas y compañeros de muchas risas.

En los desayunos en la oficina estaban los que tenían hijos y los que teníamos gatos/perros, y es que como dice Lola: nosotros elegimos tener gatos, jaja.

A Lola le contaba todos los pasos en la adopción de Sagu y de las gatunerías que Sagu hacia cuando llegó a casa. Cada día tenía una novedad, y la verdad es que estos peludos cada día nos siguen sorprendiendo con algo nuevo. 

Hablando de gatos en la oficina, Lola se emocionaba al recordar a su querida gata y sus aventuras de caza por el pueblo. Recuerdo como sus ojos se llenaban de lágrimas mientras me decía que no quería volver a tener un gato porque al perderlo se pasaba muy mal. Pero poco después llegó a su casa de las manos de su sobrina un gato pequeñajo, al que llamo Pumuki.

Ya podéis imaginaros como todos los días intercambiabamos experiencias y fotos, y cual madres en la puerta de la guardería, relatábamos orgullosos los avances de cada uno de nuestros gatos. Que si mi gato tenía parásitos y le llevamos corriendo a urgencias, que si su gato se le metió en el bolso y casi lo trae a trabajar, que si mi gato trepaba como un loco, que si el gato de Lola se escapó y menos mal que tenía el chip y lo recogieron, de que mi gato conquistó toda la estantería, que su gato se subía al quicio de las puertas, de cuando los esterilizamos... en fin, que estaba genial ir a trabajar para compartir estas gatunadas.

Después la casa de Lola creció porque se quedó a vivir el gato de su hermana, al que no le gustaba mucho un nuevo inquilino y sí se llevaba bien con el travieso de Pumi. Así que aquí los tenéis, bien guapetones.